viernes, 7 de mayo de 2010

Ardillas……¿lindos animalillos o bestias salvajes?


En estos días, en uno de los foros de Spaniards (una de mis páginas top 10), se ha abierto un hilo sobre las ardillas que ha provocado en mi opinión sobre esos teóricamente enternecedores animalitos un cambio drástico.

Todavía recuerdo que cuando era una niña aún era posible ver ardillas rojas en el parque del Retiro en Madrid. Con el paso del tiempo solo la buena suerte te permitía encontrarte con una ardilla en dicho parque y solo en zonas poco transitadas.

Luego me vine a vivir a Florida………..y me vi de repente viviendo rodeada de ardillas, así que tras el primer momento de entusiasmo sacando cientos de fotos, dejé de fotografiarlas y me dediqué a observarlas porque………son tan bonitas!!

Una de mis observaciones fue el excelente equilibrio que tienen. Aquí no hay prácticamente ningún área donde los cables de electricidad estén soterrados sino que van por postes (cosa curiosa para un área potencialmente blanco de huracanes). Bueno, pues a las ardillas les encanta moverse recorriendo esos cables de la luz, con esos movimientos ondulantes de esa cola peludita siguiendo al cuerpo.

Mi siguiente observación fue que menuda la mala leche que tienen las ardillas!!

Resulta que mi urbanización y los alrededores de esta están lleno de robles y por lo tanto de ardillas felices como perdices royendo bellotas como locas. Es salir de casa y ver al menos tres ardillas rondando por los alrededores. Pues bien, entre mi casa y el coche tengo que pasar bajo dos árboles que deben ser residencia habitual de ardillas, porque hay varias que escapan subiéndose siempre a esos dos árboles (aún teniendo otros árboles mas cerca). Los jodidos animalillos deben ser bastante territoriales porque son varias las ocasiones en las que pasando bajo esos árboles me han gruñido. Si, gruñido, literal, sobre sus cuatro patas en una rama con actitud amenazadora (todo lo amenazadora que una ardilla puede ser, claro).

Al poco tiempo de sufrir semejante experiencia (varios días de gruñidos, oiga) fue cuando leí el hilo de Spaniards y resulta que no es que mis ardillas tengan la rabia, sino que en general estos bichitos tienen mala baba y chillan y gruñen y roban sándwiches a la gente a la que se descuidan!!!

Total, que si veis una ardilla pululando a vuestro alrededor…….vale, si, sacarle una foto que es una monada….….pero ojo que gruñen.

domingo, 2 de mayo de 2010

Feliz día de la madre

Hoy es el día de la madre en España, así que como ya muchos escritores y poetas han escrito textos y poemas bellísimos sobre madres, solo voy a escribir aquí uno de Pablo Neruda que me gusta mucho. La mamadre.

La mamadre viene por ahí,
con zuecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda y apagándose,
encendiéndose
para que todos vean el camino.

Oh dulce mamadre
—nunca pude
decir madrastra—,
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.

Ay mamá, ¿cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible. Yo llevo
tu Marverde en mi sangre,
el apellido
del pan que se reparte,
de aquellas
dulces manos
que cortaron del saco de la harina
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre,
y cuando todo estuvo hecho,
y ya podía
yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura,
al pequeño ataúd
donde por primera vez estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.

Para mi madre y todas las demás madres, para que las queramos y valoremos sin esperar a tener que echarlas de menos.
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