jueves, 14 de abril de 2011

19 veces

Pues si, ese es el número de veces que fui al baño un día cualquiera de la semana pasada, un día que me dio por contar. Ahora échale unos cuatro minutos por vez, teniendo en cuenta que levantarse y caminar hasta el baño lleva lo suyo. Esto nos da un total de 76 minutos, ¡una hora y 16 minutos! Esto es una barbaridad. Y la cosa se pone aún peor, si tenemos en cuenta que me quedan 47 días para salir de cuentas, nos ponemos en unas 60 horas que son nada más y nada menos que dos días y medio perdidos solo en ir al baño.

Y es que no solo son las veces, lo peor de todo es la urgencia. Ahora no es un “tengo ganas de ir al baño, pero me voy a aguantar hasta que termine con lo que estoy haciendo”, no, ahora es “tengo ganas de ir al baño, ………. corre que no llegas”. Y esta sensación se incrementa cuando la niña decide que pegarle cabezazos a mi vejiga es una de las actividades mas entretenidas dentro de la barriga. Que conste que yo la entiendo, que se que además de tirar del cordón umbilical y patear no hay mucho mas que hacer, pero eso no quita que me acuerde de su madre (ups, soy yo) cada vez que cabecea duro.

Eso si, si comparamos el tamaño de la vejiga en un estado temprano del embarazo con el que tiene a las 40 semanas (en rojo en la imagen), se entiende perfectamente que no son solo los cabezazos. Es la falta total y absoluta de espacio en el cuerpo para acomodar no solamente la vejiga, sino el resto de los órganos. Con razón el embarazo se acompaña de ardores, y de gases, y de estreñimientos (afortunadamente de esto último yo aún no tengo).

En cualquier caso ………. ya va quedando poquito y estoy segura de que cuando tenga a Irene en los brazos todas estas pequeñas incomodidades del embarazo habrán merecido la pena.

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